ENTRE AGUAS
Carmen Ceniga Prado
Del 25 al 27 de Noviembre
OPENING el 18 a las 18.30 h.
Para su primer solo show en Bilbao, que toma lugar en Aldama Fabre Gallery, Carmen Ceniga Prado (1995, Bilbao - Singapur) presenta Entre Aguas, una serie de acrílico sobre lienzo de medio y gran formato.
Una expansión de su ser más visceral, el encuentro de su espíritu con la naturaleza que la rodea. El reflejo de una energía abstracta que parte de la realidad más física: el proceso de regeneración entre los paréntesis de los ciclos de la vida. La vitalidad de hacer las paces con una misma.
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For her first solo show in Bilbao, that takes place in Aldama Fabre Gallery, Carmen Ceniga Prado (1995, Bilbao - Singapur) presents Entre Aguas, a series of medium and big format acrylic on canvas paintings.
An expression of her most visceral self, the encounter of her spirit with the natural surroundings. The reflection of an abstract energy that involves one of the most physical realities: the process of regeneration between the life cycles parenthesis. The vitality of forgiving yourself.
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“Te invito a cerrar los ojos. Has leído bien, te invito a entregarte a la curvatura de tus párpados, a oscurecer tus pupilas para iluminar la travesía. Repliégate en la inevitable e intrínseca concavidad de tu existencia que, aunque finge enderezarse y jugar a ser mayor/autónoma/funcional, también anhela la vulnerabilidad fetal de la cueva primigenia.
Eres una cavidad de cavidades, cambias, cavas, amas, allí donde la vida tiene literalmente cabida, en el intervalo que oscila entre fruncir el ceño y gruñir la tripa. Dime una cosa, ¿hace cuánto que no navegas por tus adentros? ¿Hace cuánto que no le gritas a la entraña para que tu voz rebote en el espacio hueco, eco, eco, eco? Hay un ecosistema silenciado bajo tus pliegues, exterior-interior, la rutina de la retina frente a la histeria de la herida. Dame la mano, te propongo hacer porosos tus límites, morder la propia pulpa porque sí, también eres fruta fresca a pesar de los pesares (y los pensares).
Te invito a que te quiebres conmigo en este viaje visceral, a que te entregues a tu reflejo en metamorfosis, un día eres serenidad que baila y otro un vórtice en llamas. Te invito al cobijo de esta cuenca de pieles que abriga, arrima y rima en consonancia disonante. Lo sé, da miedo mirar la oscuridad del yo y verse en la desnudez e incoherencia. Por eso, insisto, cierra los ojos y entrégate a la intersección de otros sentidos hasta extrañar la centralidad de la mirada, hagámosla ajena durante un instante para poder echarla de menos.
Estás a un paso de derramarte en tu fluidez olvidada. Noto cómo tus aristas se rinden temporalmente a su labor habitual de fachada. Con temor y curiosidad accedes, te asumes en la falta y abandonas el afuera, te mimetizas con cada una de tus hendiduras corporales hasta desembocar en tus arterias. No sabes cómo ha sucedido, pero sí, estás dentro de ti, eres la infinidad de un doblez de carne que avanza por su propio interior. No te asustes, te acompañaré en este descenso vertical vertebrado por amasijos y entresijos que descubrir. Tin, tin, tin. Te doy la bienvenida a tu particular itinerario itinerante de anatomía sensorial.
Susurro, ronroneo, suspiro. Sílaba que silba, silbido que silabea
Atrás queda el umbral de labios, ahora eres vaivén de espuma.
En el epicentro donde se hace sangre el quejío,
entre nudos y cante jondo, lo no dicho se hace palpable.
Dime a qué sabe la voz, cuéntame cuál es el secreto
de este hilo de equilibrismos donde nace el fonema
y muere el grito desprovisto de gramática.
Palpar, palpitar, pálpito. Aliento, alveolo, viento... ¿o siento?
Hoy te pesa el corazón.
Y la materialidad de la metáfora es un yunque
que agarra el esternón, que amarra, que rabia, que araña.
Hoy te narras en la fracción de segundo
que se abre entre sístole y diástole,
un interludio como preludio de aire en huelga, a medio gas.
Espirar y expirar solo varían en una letra
porque de corazonadas también se hace una lengua.
Culpa, hurga, curva. a/dis/con [gusto]
Laberinto agridulce. Se radiografía la náusea.
Aquí restringes, gimes, registras
la huella que habla de la digestión pendiente.
A veces no hay razón, pero siempre hay vientre
que acoge, recoge, se encoge en la congoja.
En la fragilidad de tus fractales
se hace costumbre este fracaso.
Raíz, izar, aterrizar. Anclaje, resquebrajar, esqueje… eje-eje-eje
Hay surcos en la piel, como en la tierra.
Hoy recorres el relieve que revela y hundes los pies en la trinchera.
Hoy acaricias tus cicatrices, pentagramas de epidermis
donde se hace tangible el sonido de la herida,
donde existes en, entre, durante, mediante
el territorio-cuerpo que sustenta tu vida.
Fin de este viaje.
Sinestesia, sin (…) anestesia
Una mano recorre el lienzo a la par que acaricio la palabra. Las esquinas del cuadro se vuelven romas; mis trazos, curvos. Al otro lado de la piel, de la intimidad que grita y del grito que intima, deseamos, anhelamos, creamos una distancia cercana de geranios tardíos. Dos oídos que se palpan con la certeza de quien propone un mapa sensorial de sinsentido.
Morder la pulpa.
Modelar la palabra.
Modular la pincelada”
– Irene Blanco Fuente